por T. Austin-Sparks
Capítulo 5 - SIÓN, LA ENCARNACIÓN DE LOS VALORES ESPIRITUALES DE JESUCRISTO
Señor, estamos sujetos a tu misericordia, a tu compasión, y en esta mañana ni siquiera sabemos qué pedirte, pues realmente no sabemos muy bien nuestra verdadera necesidad. A veces creemos que sabemos. Hay cosas que son muy reales para nosotros como las necesidades; pero, Señor, la verdad es que Tú conoces toda la verdadera necesidad de nuestros corazones, y sólo Tú lo sabes. De acuerdo con tu conocimiento, habla, Señor, tanto de manera personal, individual, como colectiva. Mientras que Eli no oía la voz del Señor, aun en el tabernáculo, hubo alguien que sí lo oyó. Escógenos para hablar en esta mañana. Así como Tú lo llamaste: "Samuel, Samuel", podamos ser llamados por nuestro nombre. Que podamos saber que el Señor nos está hablando. No permitas que nuestras mentes y nuestros pensamientos se desvíen hacia otras personas, mas habla claramente para que más tarde podamos decir que es algo para ellos. Sino guardarlo directamente, donde después podamos decir verdaderamente, "El Señor me ha hablado". Ahora todo lo que es necesario, Señor, en nosotros y para nosotros, para ello, haz esto por la sabiduría y el poder y la gracia de tu Espíritu Santo. Te lo pedimos en el Nombre del Señor Jesús. Amén.
Por ahora, creo que ustedes saben que hay un libro en el Nuevo Testamento que se llama la Carta a los Hebreos, y yo voy a leer de nuevo de este libro esta mañana.
Estamos muy cerca del final de este período de reunión, de ministración, y creo que es muy necesario que las cosas queden muy bien definidas y concretas, y que debemos en este tiempo esperar que el Señor esté concentrando las cosas sobre asuntos claramente definidos.
Pero una vez más, vamos a leer en el comienzo de esta carta, en el capítulo uno: "1Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas por la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”. Y de nuevo en el capítulo doce, versículo 18: "Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar"; versículo 22:"Sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial".
Casi podría desear que nos olvidáramos de esta palabra Sión, como tal, en caso de que represente un objeto. Debemos mirar a través de Sión, porque, como lo puedes ver, lo que tenemos en el comienzo de esta carta es "Dios ha hablado". ¿En Sión? ¡No! ¡No! Dios ha hablado a través de Sión. Dios ha hablado por su Hijo. Si hemos utilizado el nombre del Antiguo Testamento, que es siempre un tipo y un símbolo, lo hemos utilizado para ayudarnos a reunir todas las asociaciones históricas de ese nombre en el Antiguo Testamento, pero recordemos, todavía pertenece al "no". En cuanto a un nombre, a un lugar y a una cosa, una montaña, y así sucesivamente, eso pertenece al "no". Lo que corresponde al "sino" es lo que hay detrás de ese nombre de Sión, su valor espiritual, su significado espiritual, su lección espiritual. Y si se nos pregunta, "¿Qué es eso? ¿Cuál es su valor espiritual, su significado espiritual?"
Tenemos que volver a responder: "Dios ha hablado por su Hijo; Él ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por quien también hizo el universo".
Dios ha hablado. Ahora, ¿cómo ha hablado en estos postreros tiempos? El hablar de Dios desde un punto determinado de la historia hasta el final está “en su Hijo". ¿Es necesario aclarar eso y decir que Su hablar no es "acerca de" Su Hijo? –No es la enseñanza, la doctrina de Cristo, sino la Persona– ¡en la Persona! Él ha hablado por una Persona. Traten de asimilar esto, mis queridos amigos. ¡Es en Él, en Cristo, que Dios habla!
Ahora vamos a tratar de interrumpir esto por unos momentos. Eso es de lo que esta carta trata, la plenitud y la finalidad en Cristo. Y Sión, como un nombre, representa eso. La plenitud del Hijo de Dios –eso es Sión; y esa plenitud es el hablar de Dios para y en esta dispensación. El discurso de Dios es la plenitud que está en su Hijo.
La Palabra de Dios es la Plenitud que está en su Hijo
Ahora acuérdate cuando tú regresas al principio del Antiguo Testamento y ves cuando Dios intervino en la historia de esta tierra en lo que se llama "la creación", todo comienza con esa palabra "Dios" – "En el principio, Dios". En el principio, Dios. ¿Y luego qué? Dios habló. Dijo Dios: "Hágase la luz", y así sucesivamente. Dios habló y sacó todas las cosas de su discurso.
Puedes venir a tu Nuevo Testamento, y aunque el Evangelio de Juan no se dispone en primer lugar, es decir, por orden cronológico (y por una razón muy buena, la celestial, la sabiduría del Espíritu Santo), el Evangelio de Juan, realmente está en el comienzo, porque los otros tres evangelios comienzan en esta tierra en la historia, comienzan en Belén en Mateo y Lucas, o, como en el caso de Marcos, al comienzo del ministerio de Jesús. Pero Juan salta por encima de todos los tiempos y se remonta al principio sin fecha, y abre con esto: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios... y el Verbo se hizo carne". Aquí, en este nuevo comienzo de una nueva creación, de un nuevo orden, el "sino" era, Dios habla la Palabra.
Hemos escuchado esta semana algo sobre "el Logos". No estoy tratando de agregar, y ciertamente tampoco de mejorar, pero voy a decir un poco más sobre eso. Como tú sabes, "el Logos" es "el Verbo" ahí en Juan. "En el principio era el Logos, y el Logos era con Dios, y el Logos era Dios... y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros". En el principio era el Logos. Por supuesto, Juan ha tomado esa palabra del griego, la cual en el mundo griego tenía su significado particular.
[1] La Palabra, el Logos, era el divino PENSAMIENTO: La mente y el pensamiento de Dios detrás de todas las cosas.
En primer lugar, en la mente del griego, la palabra "logos" significa "un pensamiento, algo en la mente", es decir donde comienza, "el pensamiento" o, si quieres hacerlo en general, "los pensamientos". Logos es, en primer lugar, los pensamientos o un pensamiento. Entonces, manteniendo al griego, "logos" es "la expresión del pensamiento", el pensamiento puesto en la expresión. Puede tratarse de palabras, pero es lo que está expresado en la mente, la expresión dada. Ese es el contenido del "logos". Se puede o no ir más allá de eso en el griego, pero en la Biblia, ciertamente va más allá.
Es cierto que "Logos, la Palabra", era el pensamiento divino, algo en la mente de Dios primero, antes que hubiese expresión o manifestación alguna. Algo que era la mente de Dios. "En el principio, en el principio era la mente, el pensamiento de Dios".
¡Qué mundo tan grande abre esta puerta! Tú tienes el conjunto de nuestro Nuevo Testamento allí, la mente y el pensamiento de Dios detrás de todas las cosas. Pero, entonces, esa mente y ese pensamiento de Dios fue expresado, se le dio expresión.
"Dios dijo". A partir de su pensamiento, a partir de su mente –Dios dijo. Como dice Pablo en 2 Corintios: "Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones" (2 Corintios 4:6). Dios dijo, por la expresión. ¿Y qué aconteció? ¡Ah!, este es el punto. Es decir, "la Palabra, el Logos".
[2] La Palabra, el Logos, del Señor es un acto divino: –Cuando Dios expresa su mente, algo sucede, es un mandato absoluto
Tú ves (y me vas a seguir de cerca ahora, pues tal vez voy a ser exigente contigo, voy a requerir tu concentración por un corto tiempo), cuando Dios expresa su pensamiento, no es algo sólo en el lenguaje, en la palabrería, en la dicción, sino que algo acontece. Siempre que Dios ha hablado, y siempre que Dios habla, algo acontece. El hablar de Dios según la Biblia es siempre un acto. "Él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió"
(Salmo 33:9), La Palabra del Señor es un acto. En Hebreos, vemos en el capítulo cuatro: "La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos” (v. 12), y así sucesivamente. La Palabra de Dios es una acción.
Se trata de un Fiat1 (un decreto, un mandato absoluto), algo sucede. El pensamiento de Dios puesto en la expresión genera algo que antes no existía. Tú nunca podrás ser el mismo después de que Dios ha hablado. Aun cuando te rehusaras a ello, si te resistieses, esto sería una crisis. Tanto que Jesús dijo: "La palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero" (Juan 12:48). Ellas te juzgarán a ti, y a mí, en el último día. Si ustedes no creen en mí, las palabras que yo hablo, ustedes tendrán que enfrentarlas en el último día; porque esto es algo que no sólo fue dicho, sino puesto en el universo, lo cual es una crisis. La Palabra de Dios es una crisis. La Palabra de Dios es un acto: "Él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió".
[3] La Palabra, el Logos, es una Persona: –El alma, la expresión, el acto de Dios se ha encarnado, es en una Persona
Pero eso no agota la palabra "Logos" como es utilizada por Juan y como "la Palabra de Dios" en la Biblia. Hay un tercer aspecto para la Palabra. Es cierto, es el pensamiento, la mente o la mentalidad de Dios. Es cierto, el Logos es la expresión de Dios por la cual algo acontece. Es el acto de Dios, pero entonces el tercer aspecto del Logos es su Persona. Esta palabra asume su residencia en una Persona, se convierte en algo personal; en otras palabras, se convierte en el Encarnado. La mente de Dios, la expresión de Dios es encarnada. Se encuentra en una Persona. Cualquier encuentro con Jesucristo, es una crisis. Todo encuentro con Jesucristo es un encuentro con Dios.
Dios estaba en Cristo. Se trata de un encuentro con Dios. No es sólo lo que dice Jesús, a pesar de que es una expresión de la mente de Dios en palabras, pero, es un encuentro personal que tiene que ser. En primer lugar, no es un encuentro con lo que está escrito, no es un encuentro con palabras –es un encuentro con una Persona. "El Verbo se hizo carne", –encarnado.
Así que, vamos de nuevo al tercer aspecto del Logos: la encarnación del pensamiento divino en una cuestión de orden práctico en la historia, en un acto, en un Fiat; era un acto de la encarnada y glorificada Palabra de Dios. Pregunta a Saulo de Tarso, si su encuentro con Jesús en el camino a Damasco fue un mandato absoluto. Toda la dispensación responde eso en voz muy alta. Este es el Logos. "Dios ha hablado por su Hijo", quien es la corporificación de Su mente, quien es la expresión de esa mente, quien es la encarnación de esa mente. Y toda esta Carta a los Hebreos es sólo un análisis de esto o un resumen de esto: Dios hablando, ¡Dios hablando por Su Hijo!
Dios habla por Su Hijo, y todo lo que sigue después de eso, desde el capítulo uno en su comienzo hasta el final, es sólo la exposición de Dios hablando por Su Hijo. Ustedes deben leer la carta a los Hebreos a la luz de eso. Dios está hablando.
Así que cuando tú vienes al capítulo 12 de Hebreos, en esta sección del verso 22 en adelante, ¿qué tienes? –Tienes la acumulación de aquello que ha hablado Dios por medio de Su Hijo, de esa manera. Y si fragmentas la sección, podrás ver que es una concentración de lo que es verdad sobre la Persona del Señor Jesús; y debes mirar a Sión de esta manera. Comienza allí. "Os habéis acercado al monte..." Bueno, nosotros decimos "Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial..."? –¡No! so es un lenguaje simbólico. Hemos venido al Hijo de Dios en todo Su significado. Dios hablando por Su Hijo: el pensamiento de Dios expresado, el pensamiento de Dios encarnado, personificado, de modo que "Sión", como una palabra típica o nombre, es la corporificación de todo eso.
Dios habla, o en el Antiguo Testamento, Dios habló en Sión.
Habló de Sión. Ve a través de los salmos y a través de las profecías de Isaías, especialmente los últimos capítulos de esas profecías, y verás que se refieren a ellos de nuevo. Ve a través de ellos en la actualidad y verás cómo Dios está hablando de Sión. Incluso se llega a esto: "El Señor rugirá desde Sión" (Joel 3:16). Dios habla desde Sión; en otras palabras, a partir de Su Hijo, ha hablado por Su Hijo. Ahora, habiendo afirmado esto, ¿cuál es el corazón de todo esto, de acuerdo con la declaración en el principio? "Dios, en estos postreros días, en estos tiempos, en este tiempo, ha hablado por el Hijo". ¿Cómo? "Por el Hijo". La ausencia del artículo definido "Su" de la palabra "Hijo", la ausencia de "Su" en el texto original, no hace ninguna diferencia, porque la declaración siguiente es: "a quien constituyó heredero de todas las cosas". Así que este Hijo es Su Hijo. Tomamos nota de eso y proseguimos.
La Ley que rige el Dicho de Dios es la Filiación
La ley que rige el dicho de Dios es la filiación, –la filiación.
Eso es lo que Dios gobierna en todo Su hablar. La filiación. Y como ya se ha dicho, la filiación no es una cosa inicial. Es algo final, es un asunto definitivo. Aquí está Romanos 8 de nuevo: "esperando la adopción", la manifestación de los hijos de Dios.
El fin que rige todo el discurso de Dios en Cristo es la filiación.
Si deseas cambiar la palabra, es "la adopción". Se pone al final. Filiación –adopción, es un fin, un objetivo, hacia el cual Dios se está moviendo por el hablar en su Hijo.
Por nacimiento, somos niños; por adopción, somos hijos. Y es justo aquí donde debemos recordar que hay una diferencia entre la concepción espiritual de la adopción y la secular.
Alguien que poseía un bebé ayer, no de la familia o incluso de la misma raza, dijo: "Usted ve, yo lo he adoptado". Oh, no, eso no sucede aquí. Esa no es la concepción bíblica de la adopción.
Como usted ha dicho, el sentido bíblico de la adopción es alguien que ya pertenece a la familia por nacimiento, que ha crecido, y entonces llega el día de la madurez, la mayoría de edad, la celebración, la fiesta, la llegada del día de edad madura, cuando el padre toma a su propio hijo, ahora maduro, le pone la toga de él, pone en él los símbolos y las insignias de la autoridad, para que sea tal como el padre en este mundo.
Todo el que se encuentre con ese hijo adoptado, tiene que reconocer al padre. Él es, en efecto, el padre. Ha sido adoptado o, en realidad la palabra en Hebreos es, colocado. Situado en esta posición de responsabilidad por causa de la madurez.
Ahora tendremos que volver a esto, desde otro punto de vista a medida que avanzamos.
Lo que estoy diciendo es que este es el fin hacia el cual Dios está trabajando. Su comienzo es engendrar. Su principio es el nacimiento de lo alto, poniéndolo en una familia. Sin embargo, observa que, incluso en el niño nacido en ella hay el espíritu de adopción. La adopción no ha llegado todavía, pero ya hay el espíritu de adopción. Eso es lo que Pablo dice, en esencia, en Romanos y Gálatas: "habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre".
Creo que una vez cuando yo estuve aquí antes, les dije a ustedes lo que realmente significa. ¿Qué significa "Abba"? ¿Por qué poner las dos cosas juntas? ¿Se trata simplemente de dos palabras de diferentes idiomas? –"Abba", en un idioma, "Padre" en otro. ¿Qué es? "Abba", es la calidad, no la relación, es la calidad de un niño, un niño pequeño. Y cuando un niño vuelve a su padre y dice: "Querido Padre" –tú tienes "Abba". Es una relación de corazón. Abba –Padre querido. Hay algo muy cercano, muy íntimo. Se trata de una señal de la infancia espiritual. Por supuesto, eso es lo primero que balbuceamos, ¿no? Cuando realmente somos nacidos de arriba, no decimos cuando vamos a orar: "Todopoderoso y muy terrible y temeroso de Dios”. Lo que primero pronunciamos es: "Padre Nuestro".
Ese es el comienzo de la vida cristiana. Tenemos el Espíritu de adopción, aunque no hemos llegado a la adopción todavía. Eso viene si permitimos que el Espíritu de adopción se desarrolle en nosotros para su aprobación. Esto se da durante todo el curso de la vida espiritual.
Toda la Disciplina de los hijos de Dios está Regida por este único Objetivo: La Filiación
Bueno, eso está todo aquí, y yo estoy diciendo que el objetivo final hacia el que Dios el Espíritu Santo está trabajando es lo que se denomina adopción, filiación. Eso es lo que rige todo, lo que regula todo. Ese es el fin que se ejerce en todo el curso. ¿Qué está haciendo Dios? Bueno, Hebreos te lo dirá.
Toda la disciplina de los hijos de Dios, es regida por este objetivo, la filiación. Por lo tanto tienes: "Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama (sus hijos), disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo" (He. 12:5-6). Esa es la disciplina en la vida cristiana. "Porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?" (He. 12:7). Como ustedes saben, el escritor utiliza una palabra muy fuerte sobre este asunto.
Ellos no son verdaderos hijos, son hijos ilegítimos que han llegado a una posición falsa, si están sin disciplina.
Hay una gran rebelión contra la disciplina en este mundo, que rechaza autoridad y todo control, todo gobierno, toda disciplina. Hay una revuelta en contra de ella en todas partes, especialmente en la juventud. La Palabra dice que es así como va a ser al final: "desobedientes a los padres" y así sucesivamente.
Esto no es bueno para todo el propósito final de Dios con la familia, no de los niños, sino de los hijos mayores, disciplinados para una responsabilidad eterna. En el propósito final de Dios, los hijos mayores son disciplinados para una responsabilidad eterna –una posición gubernamental en el Reino en los siglos venideros. Hay mucho sobre eso en el Nuevo Testamento. Eso está Efesios. Por eso la finalidad de la disciplina. Tratos de Dios con nosotros en esta manera para ese fin.
Oh, mira de nuevo esta ilustración. Si lo deseas, vuelve a mirar la historia de Sión. ¡Qué cosa disciplinada era Sión. Dios no tenía ningún despropósito con Sión. Dios no toleraba nada menos que su pensamiento completo en Sión. Cuando Sión se privaba de aquella posición a la cual Dios la había traído, entonces Él colocaba a Sión de lado, mostraba que ya no tenía ningún interés en ella como una cosa. El disciplinó a Sión. Lee nuevamente tus Salmos. Lee otra vez los profetas. Todos ellos están preocupados, como veremos, con Sión. ¡Qué disciplina!
¡Qué disciplina! A través de los años, y finalmente los setenta años de exilio, durante el cautiverio babilónico, qué disciplina para el pueblo de Sión.
Vamos a mirar sólo por un momento en Isaías. Ya dije eso hace un rato, y si tú das una mirada en los últimos capítulos de Isaías, verás que todos esos capítulos finales son concernientes a Sión. Veamos; vamos a mirar el capítulo 61; estamos muy cerca del final de Isaías, cuando llegamos al 61. O puedes ir al 60, si quieres, donde dice: "Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti". Pero sigue al 61: "El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ha ungido el Señor”. Y aquí de nuevo está la doble interpretación. Sión está aquí apuntando a otra Persona, quien utilizó estas mismas palabras y las aplicó a Sí mismo.
Ahora en el capítulo 62. (Suprima los números 61 y 62, pues la división en capítulos es artificial). "Por amor de Sión no me callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia [sí, recuerda tu versión amplificada, hasta su posición correcta con Dios], y su salvación se encienda como una antorcha. Entonces verán las gentes tu justicia (su posición recta con Dios), y todos los reyes tu gloria". –"No voy a mantener mi paz" hasta que eso ocurra. Este es el lamento del profeta, y tú puedes continuar en estos últimos capítulos de Isaías y encontrar eso ahí, y lo que voy a entrar a tratar en ese sentido es esto, que Sión es la carga, la preocupación, la angustia, de los profetas.
El ministerio profético siempre se centra en Sión. La labor del verdadero ministerio profético (ya sea en el Antiguo o Nuevo Testamento) está relacionado con este pensamiento divino que está consagrado en la palabra "Sión", tal como lo tenemos en la Carta a los Hebreos, que tiene esto entre las naciones, esta expresión de la plenitud de Cristo en la filiación de un cuerpo. Esa es la meta hacia la que Dios está trabajando y llevando a cabo toda su labor de disciplina.
Quisiera aplicar esto de una manera práctica. Como lo puedes ver, nosotros, con razón, tal vez, estamos interesados en el trabajo, lo que llamamos la obra del Señor, relacionada con la evangelización, consiguiendo almas salvadas. No hay nada malo con eso! ¡Eso está bien! No pienses que estoy subvalorando eso. El trabajo de la predicación y enseñanza, y tener reuniones y conferencias y todo lo que podemos relacionar con esta palabra o frase, "la obra del Señor", estamos interesados en eso. Muy interesados al respecto. Tal vez los ministros están muy preocupados por su ministerio, es decir, el siguiente giro que se debe dar, y que deben estar tomando nota en sus cuadernos ahora sobre eso. Ustedes tienen una congregación en la mira. La obra del ministerio, de evangelismo, o cualquier cosa que pueda venir dentro de ese término, "la obra del Señor", tal vez ustedes estén mucho más preocupados con esto que con cualquier otra cosa. Tal vez en su preocupación ustedes digan: "Debemos estar en la obra, debemos tener en cuenta la obra".
Aquí mi hermano me va a perdonar, porque, como he dicho, estoy tratando de enfocar este asunto bien abajo. Hemos considerado algo en las reuniones por la noche que yo considero la esencia misma de los intereses del Señor. Es lo mismo de lo que he estado hablando, solamente que en otro lenguaje: "el vencedor", la esencia del pensamiento divino y la intención en Sión. Eso es lo que nuestro hermano ha puesto sobre su espalda durante varias semanas, y no habríamos alcanzado eso si él no hubiera estado; y algunos de nosotros sabemos que el Señor a veces ve que es mucho más económico sacarnos de "la obra" que mantenernos en ella, y nos aparta hacia Él de todas nuestras ocupaciones a fin de que podamos conseguir la esencia de las cosas. Él está detrás de lo esencial, de lo intrínseco. Los hombres están detrás de las cosas grandes. El pragmatismo rige mucho la obra cristiana. Me atrevo a decir que ustedes no conocen lo que quiero decir con esa palabra, "pragmatismo". Esto significa que si una cosa tiene éxito, entonces es correcta. Ese es el pensamiento superficial y errado. El diablo tiene mucho éxito, ¿está él en lo correcto? Muchas cosas son aparentemente muy exitosas, van en crecimiento, van aumentando, y todo el mundo dice: "Mi, eso es la cosa”. ¿Lo es? Eso es pragmatismo. Si una cosa tiene éxito y es popular, y todo el mundo acude a ella, entonces debe estar en lo correcto.
Muy bien; entonces, ¿qué decir sobre Jesús de Nazaret?
Cómo afluía la gente y le seguían. Él dijo por qué. ¿Por qué? Él dijo: "De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis” (Juan 6:26); una generación malvada y adúltera busca señal; y las personas iban por causa de eso. Pero, estas cosas son efímeras, de corta vida. De corta duración. Pronto caen en el olvido. En la actualidad todas están siendo abandonadas.
Ellos están siendo inquiridos. Él se está quedando solo.
Todas las señales de éxito están siendo copiadas desde el punto de vista de este mundo, y, finalmente, ¿es este un movimiento exitoso con Él colgado en la cruz? ¿Es esto pragmático? Bueno, lo sabemos hoy! –No, no, una cosa no es necesariamente correcta porque la gente está afluyendo aquí o allá; el hacinamiento de personas, las multitudes, la prisa, y no es porque una cosa parece estar ganando mucho terreno y convirtiéndose en grande, no necesariamente. Esperar para eso. Espere a través de la tribulación, y luego podrá obtener "grandes multitudes, que nadie puede contar". Pero eso no es pragmático en este sentido terrenal.
Pero esto no es pragmático en el sentido terrenal. ¡Tú ves lo que quiero decir! Existe la disciplina, la disciplina de ser tamizados como se tamiza el grano de las cáscaras, el trigo de la paja. Y el trigo es molido, dice el profeta Isaías.2 El trigo en grano es machacado, es molido. Él está tras el pan verdadero y genuino, y la composición de eso es algo que ha sido molido hasta el polvo, ha sido triturado. ¿Te explica esto algo a ti, a tu propia historia? –Es muy cierto, es la Palabra; tú lo puedes ver.
Por esta razón existe esta sección en Hebreos acerca de la filiación, "la disciplina del Señor"; la corrección del Señor, y la corrección para cada uno de nosotros puede significar algo diferente. Aquello que sería castigo para ti, no lo sería para mí, y aquello que pudiera ser aleccionador para mí, no lo sería para ti. Tú te puedes escapar con un montón de cosas, pero el Señor sabe dónde encontrarte, dónde no te puedes escapar. Yo podría ser capaz de obligarme a mí mismo a través de algo por la pura fuerza natural del alma. No sé si eso es cierto ahora, pero podría ser. Quizás en el pasado haya sido cierto, pero el Señor sabe justamente cómo corregirme, y Él sabe lo que es castigo para mí, y, quizá, para nadie más. ¡Oh!, esa palabra "castigo" no sólo compromete una definición estrecha. Es lo que nos "alcanza" personalmente, lo que nos encuentra. Es aquello que, para mí, es una verdadera disciplina.
Hay algunas personas agradables, muy paciente, comprensivas, apacibles, de temperamento longánime, y, ya sabes, pueden ser mal tratadas e injuriadas; esas personas no se irritan para nada, sólo siguen adelante. Pero con otro de carácter exaltado, el Señor le trae a su casa una persona un poco extraña y, palabra que sí, esa persona es disciplinada.
¿Ves lo que quiero decir? Corrección, disciplina, es lo que eso significa para nosotros individualmente. Pero sea lo que sea, usted puede decir: "Bueno, pero ¿por qué el Señor hace esto conmigo? Mira, Él no hace eso con todas esas otras personas.
Se están saliendo con la suya". –"Hasta que entré en el santuario de Dios" y pude ver las cosas desde Su punto de vista. "El Señor está tratando conmigo y dejando a los demás libres en sus caminos, pero Él me tiene”. Yo me rebelo y digo: "No es justo. El Señor no es justo, Él no lo hace con otras personas".
Oh, no, esta actitud no es correcta. Él está centrado en este propósito, en esta cuestión de la filiación, de la adopción, para una responsabilidad eterna. Aprópiate de esto, y vamos a seguir adelante.
La Verdadera Filiación: Dentro de un Sentido de Destino, –"los llamados Conforme a su Propósito"
Con Sión de nuevo en el fondo de nuestro pensamiento, vamos a realzar una cosa más sobre Sión. Espero que sepas bien que en la sangre y en la constitución de un verdadero israelita, de un hebreo de verdad, de un verdadero judío, en la propia constitución y en la sangre, existe una conciencia o sentido de destino. Su pensamiento es: "Somos el pueblo elegido, y somos elegidos por el propósito y la intención de Dios. No es algo que hemos asumido como una ideología, como una filosofía, de nuestra existencia; eso está en nuestra sangre”. Ellos no se pueden escapar de eso. Eso son ellos mismos. Es así. Un verdadero judío, ciudadano e hijo de Sión ha recamado y esculpido este sentido y conciencia de destino, inculcándolo dentro de sí. Esta es la razón, el motivo, por el cual ellos han sido capaces de sufrir tanto, por qué se podía pasar por sus persecuciones y sobrevivir, por qué se podía soportar tanto, de haber pasado por tantas persecuciones, y haber sobrevivido, del por qué ellos pudieron soportar tantas cosas. No es porque ellos hayan creado eso en sus mentes, ni sólo por la fuerza de su voluntad, sino que es algo que nace en ellos, que es parte de su ser; es elemental para ellos el hecho de que son un pueblo de destino. Ellos se agarran y se aferran a eso; todavía están en el muro de las lamentaciones. Es algo que nació a partir de esto; sin embargo, eso pertenece al "no".
Aquí estamos con el "sino", el “en vez de” –"Hemos venido a Sión". Y hemos llegado a Sión en este sentido: existe por derecho, si se trata de un verdadero ciudadano en el cielo, “éste ha nacido allí"; si es un verdadero hijo de Dios, existe algo en ese verdadero hijo de Dios que, si bien no lo pueda definir, tal vez no sepa aún las Escrituras al respecto, dentro de ellos existe ese sentido del destino, de que existe algún propósito que rige nuestra salvación, existe un significado más allá de nuestra comprensión actual por la cual hemos sido llamados, hay algo en nosotros, en nuestra misma constitución que dice, "llamados conforme a su propósito". Es un sentido de destino; esto es esencial para Sión. Esto es todo el propósito del Nuevo Testamento, y esto es la finalidad de esta Carta a los Hebreos.
Esta es la verdadera filiación.
Ahora, no nos gustan estas ideas, no nos gusta este idioma, pero es innegable en los judíos, en los verdaderos judíos, había este elemento de "selectividad". No te gusta ese lenguaje, ¿verdad? Selectivo, algo aparte, algo diferente, algo distinto, algo que no es general sino particular. La conciencia labrada de ser llamado y elegido para algo, que llamamos destino. Y sólo eso nos puede mantener en el camino a través de la disciplina, sólo eso nos puede mantener en el camino a través del sufrimiento, de la adversidad, de la perplejidad.
Tú no has pasado por la misma situación que yo, más de una o dos veces, a tal punto que te hayas desesperado. Si te hubieses confiado a ti mismo, te habrías dado por vencido, y te habrías ido, y habrías tomado otro camino, e incluso te habrías lavado las manos respecto de la cristiandad. ¿Nunca has sido presionado? Bueno, si aún no lo has sido, bien, gracias al Señor; pero existe tal presión. Incluso Pablo, con toda su maravillosa experiencia y conocimiento del Señor, llegó a un punto donde dijo: "Fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida" (1 Corintios 1:8). ¿Pablo? ¿Tú te desesperaste? Tú que siempre estás diciendo a la gente, no a la desesperación.
Tú que estabas escribiendo sobre el Dios de la esperanza, ¿y me dices que te desesperaste? Y a la gente que está en ascenso, en la parte superior, tú le dices: "Yo estaba presionado más allá de la medida de mis fuerzas". Sí, bueno, tal vez ustedes no sepan todo eso, o quizá ustedes conozcan apenas un poco al respecto, pero los hijos de Sión son sustentados por algo. Ellos son sostenidos por algo. Es ese algo indefinible que llamamos "destino". Existe una retención sobre nosotros que no nos deja ir. Hay un agarre sobre nosotros que, incluso cuando decimos que nos vamos, no nos podemos ir. Incluso cuando llegamos a las profundidades del desaliento, sin embargo, no logramos salir. No podemos. Lo hemos decidido, pero no lo hacemos. No, esto no es algo para ser analizado y colocado en un sistema de enseñanza, de doctrina, sino que es una profunda realidad que nos sostiene. Somos hijos del “destino”.
¡Oh!, si tú quisieras adelantar un poco de estudio bíblico, me gustaría que siguieses adelante y subrayases esta palabra “conforme, de acuerdo, de acuerdo con” Es una palabra maravillosa que está con Pablo. Todo es conforme a alguna cosa. Sión fue elegida, escogida, separada, hecha distinta, por causa de su destino –su grande propósito; y estaba esto en su propia constitución, en su propia sangre, un sentido de que “existe algo más, para lo cual fuimos llamados”.
Ahora regreso a los profetas. Ellos estaban supremamente preocupados con Sión, justamente por causa del destino de Sión. ¡Oh!, cuán fatigados estaban ellos por causa de Sión, y, naturalmente, en el caso de ellos, su carga y sus preocupaciones era por causa de la restauración de Sión. Sión había fracasado, había cesado de ser aquello para lo cual había sido llamada; de aquello que Dios había planeado. Viendo aquello perdido, los profetas estaban preocupados por su restauración, y por su testimonio. Este es el ministerio profético.
¡Oh!, el ministerio profético. ¿Tú qué quieres decir? ¿Revelación? ¿Prever eventos? Muy bien, si lo prefieres así, muy bien.
Mas la real esencia del ministerio profético es la restauración de la plenitud de Jesucristo, que ha sido perdida. Es una restauración y una recuperación del testimonio de Jesús en la Iglesia. Este es el verdadero ministerio profético, y no pongas el ministerio profético por debajo de eso. El don de profecía.
¿Qué es el don de profecía? ¿Sólo revelación? Esto tanto lo puede haber como no, y aun así continúa siendo el don de profecía. El don, la función, la unción de profecía es la recuperación del pleno testimonio de Jesús; el ministerio que no tiene esto como objetivo claro, fuerte y definido, no es ministerio profético. Los profetas se ocupaban de eso. Lea Isaías 43 nuevamente a la luz de lo que ha sido hablado.
Prueba todo por su Eterno Valor Espiritual
Bueno, ahora, nos estamos aproximándonos al final de esta mañana. Una vez más entonces, Sión es la encarnación de los valores espirituales de Jesucristo. Subraya esa palabra "valores espirituales". Prueba todo, todo se prueba por los valores espirituales. Prueba todo no desde el punto de vista pragmático en absoluto, sino desde el punto de vista de su situación moral, esto es, su valor eterno. El ministerio de cualquier persona, el mío o de alguien más, no va a ser juzgado por el número de convenciones o reuniones en las que hablamos y el número de enseñanzas de la Biblia que demos –nunca vas a ser juzgado por eso. Entiende eso. Tú puedes tener tus agendas llenas de compromisos, predicaciones; puedes estar en el ámbito de un maestro de la Biblia muy, muy ocupado; puedes estar muy ocupado, y puede que no tengas tiempo para otra cosa y, sin embargo, por la suma total de todo eso tu ministerio será juzgado, querido amigo, por mucho que hayas hecho en ese sentido. Va a ser juzgado por su valor eterno, por su valor espiritual; cuál es el valor espiritual esencial cuando esta vida se fuere, cuando me haya ido, cuando te hayas ido, cuando hayan desaparecido todos los profesores, y lleguemos al cielo, descubriremos que aquello que realmente fue considerado en nuestras vidas, está allí. "Las cosas que se ven son temporales", en los predicadores y los profesores y las conferencias. "Las cosas que se ven son temporales, pero las cosas que no se ven son eternas". Y ese es el punto de vista de Sión, el valor espiritual esencial de todo.
¿Están ustedes, queridos predicadores, profesores, realmente comprometidos de corazón, a tal punto que cada pedacito de su ministerio tenga un valor espiritual, un valor eterno? No la dirección, no el discurso! No, no es si mi dirección es correcta, si mi discurso es exitoso, aceptado o no. Lo importante es que eso sea espiritual, de un valor duradero, eterno, y desde el punto de vista del cielo. Sin duda, nuestra ambición debe ser aquella cuando todo haya terminado aquí, cuando ya no hubiere más conferencias, ni más ministerios y discursos, y todos nos reunamos arriba, nuestra ambición es encontrar allí a personas que digan: "Mira, yo no estaría aquí, sino fuese por lo que el Señor hizo en mí a través de su ministerio". Eso es todo, ¿no? ¡Oh!, se centran en esto, pues Sión es, repito, la encarnación de los valores espirituales. No es un lugar, no es una secta, no es algo temporal. Eso no es Sión. Ahora bien, son los valores concentrados e intrínsecos de Jesucristo. Eso sí es Sión.
El celo de Dios por Sión
¿En qué nota debo terminar esta mañana? Bueno, con todo esto a la vista, por supuesto, la nota correcta sería el celo de Dios por Sión. Los profetas compartieron de este celo de Dios por Sión. El Señor dijo: “Celé a Sión con gran celo, y con gran ira la celé. Yo he restaurado a Sión, y moraré en medio de Jerusalén” (Zac. 8:2,3). ¿Dónde está el corazón de Dios? No está en cualquier expresión temporal de la antigua Sión. Esto es el “no”. Sino que el celo de Dios, Su interés, tiene relación con los valores reales, intrínsecos y espirituales de Su Hijo Jesucristo.
Él está concentrado en eso. Son esos valores espirituales los que Él busca. Esto nos debe animar en el ministerio, especialmente.
Mira, las personas nos pueden repudiar, pueden dudar de nosotros, y pueden, incluso, abandonarnos. Muy bien, esta disciplina es muy dura. Pero espera un poco, tal vez en algún momento en la vida de esas personas, ellas regresarán, o confesarán: “Ahora puedo reconocer que cuando me reunía con usted, obtuve algo de usted que fue mi real salvación. Yo no reconocía eso en aquella época, pero ahora sé lo que usted estaba diciendo, lo que usted estaba haciendo, era algo que acabó siendo mi liberación, mi salvación, en el tiempo de la angustia”.
Bueno, es de esa forma. Dios buscará los valores espirituales, y tú debes estar más interesado en ellos que en construir algo grande aquí en este mundo. Es en esto en lo que está Su celo. Tarde o temprano Su ira será mostrada desde Sión. Y entonces, los enemigos tendrán que inclinarse, tendrán que rendirse. Así como en la eternidad, “toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará”. Todos los enemigos de Cristo van a ser muy humillados. Dios bramará desde Sión. Bueno, quedamos muy seguros de que esto es Sión, y es en este sentido que: “Habéis llegado a Sión”. Vamos a dejar las cosas de esa manera, por ahora. El Señor es quien interpreta. Oremos.
Oramos, Señor, que esta hora pueda ser usada por Ti para producir aquellos valores esenciales y eternos. Que no sea apenas una hora de ministración, más o menos apreciada, sino que pueda haber algo trabajado, algo plantado, algo colocado dentro de nosotros, que aparezca en el Cielo y en gloria, como el Divino decreto, la Palabra, la Palabra de Dios, que produjo algo. Así, ayúdanos. Sella esta hora; perdona todos los errores y faltas humanas, y haz aquello que fuere de Tu propio interés, en Tu nombre, Amén.
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