por T. Austin-Sparks
Capítulo 9 - La Vida Divina: Venciendo la Muerte en su Plenitud
Lectura: Juan 11:1-57
“Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí. Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. Y muchos creyeron en él allí” (Juan 10:40-42).
Usted va a reconocer que con esta historia, o incidente, estamos en la última etapa de la vida y el ministerio del Señor Jesús. Él había salido de Judea, porque los dirigentes judíos estaban planeando matarlo, pero ahora Él con valentía volvió a ese distrito, y el resultado de esta última señal será que ellos, definitivamente, toman consejo para matarlo. Los discípulos sabían muy bien que el hecho de que Él volviera a Judea significaba la muerte: "Los discípulos le dijeron: “Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?" Jesús lo sabía, y los discípulos sabían muy bien que Judea significaba la muerte.
Hemos estado viendo que Jesús había enfrentado el significado de la muerte de muchas formas, y había superado con la vida todas las formas de la muerte.
En primer lugar, en las bodas de Caná de Galilea, donde el vino se había acabado, Él enfrentó este aspecto de la muerte que es la decepción y el fracaso; y la muerte siempre significa eso. Él la venció con la vida.
Entonces, más tarde, estaba de regreso en Caná de nuevo, y un hombre noble de Capernaum se reunió con Él, porque su niño se había enfermado de muerte. Jesús acaba de pronunciar la palabra donde estaba, y en ese mismo momento, lejos de Capernaum, el niño fue sanado. La muerte siempre habla del tiempo; es una cuestión de tiempo. La hora de nuestra muerte es el final de nuestro tiempo en esta tierra. Pero en un instante, Jesús habló, y a muchos kilómetros de distancia, el niño fue sanado. Jesús habría tomado muchas horas para viajar de Caná a Capernaum. Al hombre noble le tomó una tarde, hasta la caída del sol, y entonces tuvo que reanudar el viaje a la mañana siguiente. Pero Jesús pronunció la palabra, y en ese momento todo tiempo fue descartado. El factor tiempo en la muerte fue superado por Su vida.
Luego lo tuvimos en el estanque de Betesda en Jerusalén con el pobre hombre atado a su cama durante treinta y ocho años. Su cama lo había atado a la tierra toda su vida y, como hemos visto, fue una imagen de Israel bajo la esclavitud de la ley. Y el Señor Jesús por entero liberó en un momento con su vida a aquel hombre de su servidumbre. La muerte es una esclavitud. El autor de la Carta a los Hebreos habla de aquellos que "por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Hebreos 2:15). La muerte en la forma de servidumbre a la ley, fue vencida por la vida de Cristo.
Entonces regresamos a Galilea con Él y lo vimos alimentar a cinco mil, y aquellos pocos panes y pequeños peces se multiplicaron hasta que todo el mundo estuvo satisfecho y sobreabundante. La muerte siempre significa limitación; la muerte le pone un límite a todo. Pero Jesús, por la vida, venció todas las limitaciones allá en Galilea. Se podría decir que no había fin a esta vida que Él había dado en aquel pan. Si hubiera habido veinte mil personas, o cincuenta mil, eso habría sido lo mismo. La muerte significa limitación, y esto es más cierto aún espiritual que físicamente. La muerte espiritual es una gran limitación, pero la vida que Jesús da, elimina toda limitación.
Fuimos a verlo caminar sobre el mar, y vimos Su supremacía sobre las leyes naturales. Ahora, la ley más natural es la muerte. Sin duda, es algo muy antinatural si usted no se muere. Sin embargo, en el lago, en aquella tempestad, Jesús triunfó sobre todas las leyes naturales. Cuando los discípulos estaban amenazados de muerte por el poder de la naturaleza, Jesús por la vida removió las fuerzas naturales.
Y entonces llegamos a la sexta señal, la de darle vista al ciego de nacimiento. La muerte es siempre ceguera; y esto es más cierto aún espiritual que físicamente. La muerte espiritual es la ceguera espiritual, y, en este asunto todos nacemos muertos espiritualmente, porque somos espiritualmente ciegos de nacimiento. Pero Jesús le dio vista al ciego de nacimiento, y la señal fue que la vida que está en Jesús remueve toda ceguera de la muerte espiritual.
De modo que vimos a Jesús lidiando con el significado de la muerte en todas estas diferentes manifestaciones. Cada uno de estos incidentes se establece como una señal, o como un tipo, alguna forma de muerte, y Jesús, por el poder de Su vida divina, la vida que estaba en Él encuentra todas estas formas de muerte. Y cambió la muerte en vida con su vida.
Ahora llegamos a la séptima señal, y en ésta se encuentran resumidas todas las otras seis señales. Esta es la forma en que se lee la historia de la resurrección de Lázaro. Esta señal lo engloba todo; todas las formas de muerte se juntan y son tratadas plena y finalmente por Jesucristo. Por ello, el Espíritu Santo de Sabiduría llevó a Juan a concluir todas sus señales con esta. Fiel al principio espiritual, la señal número siete incluye todas los demás, porque si conoces algo sobre los números en la Biblia, sabrás que el siete es el número de plenitud espiritual. Tienes acceso a la finalidad espiritual cuando llegas al siete. Sólo tenemos que recurrir al último libro de la Biblia, por que es el libro de las cosas finales. Todo en ese libro, el Apocalipsis, llega a la finalidad y plenitud. Y el número más prominente en ese libro es el número siete. Aparecen las siete iglesias, los siete candeleros, los siete espíritus de Dios, los siete sellos, las siete plagas, las siete copas, los últimos siete trompetas; y así tú sigues a través del libro con el número siete, porque en él todo es llevado a plenitud y finalidad. Toda la Biblia es resumida en el último libro. Se inicia con el libro del Génesis: "el árbol de la vida, que está en el Paraíso de Dios" (Apocalipsis 2:7), hasta el río de la vida que fluye.
Así que el número siete es el número de plenitud espiritual. Y, fiel a ese principio, el Espíritu Santo llevó a Juan a poner esta señal de la resurrección de Lázaro bien al final, porque en esta señal, tenemos la muerte en toda su plenitud vencida por Jesucristo, la Resurrección y la Vida. Jesús se estaba moviendo en un ambiente de muerte en su plenitud. Todo el mundo sabía que su regreso a las cercanías de Jerusalén significaba la muerte para Él. Él lo sabía, lo sabían los discípulos, otras personas también lo sabían, y los gobernantes lo estaban esperando para volver a ponerlo en práctica. El ambiente estaba saturado de muerte. Y aquí, tan sólo un poco fuera de Jerusalén, estaba Lázaro al borde de la muerte.
Sin embargo, observen a Jesús. Su actitud frente a la muerte de Lázaro manifestaba Su propia actitud con relación a la muerte. Él fue avisado de que Lázaro se estaba muriendo, y entonces Él supo en Su espíritu que Lázaro estaba muerto. También sabía en Su espíritu que Él también estaría muerto en breve. ¿Cómo enfrentó Él esta situación? Observen la forma tranquila en la cual Él enfrentó todo esto. No hubo pánico, ni ningún sentido de urgencia, ni temor, ni desesperación, ni prisa. Él estaba dominando completamente la situación, y como era dueño de la situación con relación a Lázaro, así también Él era dueño de lo que tenía que ver con Su propia muerte. No se sugiere aquí, en el caso de Lázaro que la muerte tuviese una victoria, ni que la muerte fue el maestro. Jesús no estuvo preocupado por eso ni un solo instante. Él simplemente se movía con serenidad en medio de aquello y en dirección de eso.
Esto es muy impresionante. ¿Entienden ustedes lo que esto significa? Vamos a discurrir justo sobre esto de nuevo. Jesús sabía que en pocos días el Consejo de Jerusalén habría decidido matarlo allí mismo, y sabía que volver cerca de Jerusalén significaba esto para Él, pero Él acaba de regresar tranquilamente, sin ningún temor. Él era completamente dueño de toda la situación; y esto se demuestra en la señal de Lázaro.
¡Oh!, todo el mundo estaba tratando de darle demasiada prisa. Estaban mirando esta situación como una terrible tragedia, como algo muy serio, y no podían entender por qué Jesús no se lo estaba tomando más en serio. Él estaba manejando aquella situación como si aquello casi no significase nada para Él.
Sin embargo, hemos dicho que hay una o dos cosas que debemos observar. Aunque todo eso sea verdad con relación a Jesús, Él debía hacer saber a la gente que la muerte es la muerte, y la muerte significa que todas las cosas son colocadas más allá de cualquier tipo de habilidad humana. Cuando estamos muertos, esto significa el final de toda nuestra capacidad de hacer cualquier cosa. Jesús tuvo que buscar que se supiera realmente que la muerte es la muerte, y significa que la situación está más allá de los recursos del hombre para hacer cualquier cosa. Está absolutamente más allá del poder y la esperanza naturales. Jesús tomó gran cuidado para ver cómo estaban las cosas, y que la gente lo supiera. Debido a eso se quedó dos días donde se encontraba, y luego tomó otros dos días antes de llegar cerca del lugar del escenario. Él permitió que toda esta situación fuese más allá de toda esperanza humana, y lo hizo de forma deliberada debido a que estaba enseñando a los discípulos una lección espiritual: Que la muerte es la muerte y sólo Dios Todopoderoso puede hacer algo cuando se presentaba una situación similar. Nadie más que el Señor puede hacer algo. Ahora bien, aunque se trataba de una señal en lo físico en el caso de Lázaro, detrás de la señal había un gran significado espiritual.
En realidad, Jesús va a estar muerto, y cuando eso suceda, sólo Dios Todopoderoso puede hacer algo al respecto. No hay más futuro a menos que Dios se involucre en la situación. Ningún poder natural puede hacer algo en absoluto.
Esto, queridos amigos, es lo que significa la unión con Cristo en Su muerte. Ustedes saben por Romanos 6, que hemos sido "plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte" (versículo 5), y Pablo dice en otra parte: "Con Cristo estoy juntamente crucificado" (Gálatas 2:20). ¿Qué significa estar plantados juntamente con Cristo en su muerte? Esto significa que uno se coloca en la posición donde no hay esperanza alguna de nada, a menos que el Señor lo haga. Cuando Pablo dijo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado", luego añadió: "Y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí". Ya no vivo yo. ¡Qué grande era ese ”yo” que estaba en Saulo de Tarso! Era sólo un gran “yo”; era un “yo” en la fuerza natural. Lo pueden observar durante su persecución a la Iglesia. Él empleó toda su poderosa fuerza. Y todos sabemos acerca del gran "Yo" de su sabiduría. Saulo de Tarso fue un hombre de una sabiduría natural considerable, y tenía mucho conocimiento natural. Él había sido un hombre de mucho celo y entusiasmo religioso; un muy grande "yo". Ahora ese tan grande "yo", dice: "Ya no más “yo”. Yo he sido crucificado juntamente con Cristo, y ya nada me es posible por mí mismo". Ya no es la fuerza natural, la sabiduría y la comprensión naturales, ni el celo y entusiasmo naturales, y demás cosas que había tenido del “yo”. Ya no existe más el “yo”. “He sido crucificado con Cristo, y nada más me es posible a menos que sea el Señor".
¡Oh!, la Iglesia no ha aprendido esta lección todavía! Podemos leer las cartas a los Romanos y a los Gálatas, sin embargo, sigue siendo como lo fue con Israel. Dice que ellos leían las Escrituras todos los sábados, pero eran completamente ciegos frente a lo que estaban leyendo. Miren la enorme cantidad de "yo" que existe hoy en el cristianismo, aunque tengamos Romanos 6 y Gálatas 2:20 en nuestras manos.
Decíamos que cuando Jesús murió, ese fue el final de toda esperanza natural; la única esperanza era que Dios viniera y resucitara de los muertos. Esa es la señal de la resurrección de Lázaro.
En primer lugar, Jesús tuvo que hacer que todo el mundo supiese que la muerte es la muerte, y es el final de toda esperanza en lo que concierne al hombre. Nadie podía hacer nada al respecto. Estas pobres hermanas lucharon con la situación y trataron de encontrar alguna esperanza, pero fueron derrotadas en cada intento, y tuvieron que aceptar la situación. Lázaro había muerto, y no había duda alguna de ello. Él había fallecido cuatro días antes. Esa es la primera cosa que Jesús tuvo que enseñar.
Pero espero que usted esté pensando en términos espirituales y no sólo en lo natural. La muerte espiritual es la muerte espiritual real, y estar muerto espiritualmente significa que no hay esperanza natural alguna. Cuando Jesús hubo establecido este hecho, entonces se acercó al otro lado y mostró que Él y sólo Él, es la resurrección y la vida. La situación no era desesperada cuando Él estaba en la escena. La vida que había en Él era superior a toda situación; y esto es cierto tanto espiritual como naturalmente. Ahora tenemos que recorrer las seis señales anteriores de nuevo, porque hemos dicho que todas están resumidas en la número siete.
Hemos dicho que el vino que Jesús hizo allí tenía una calidad nueva y diferente con relación a los vinos viejos, una calidad rotundamente mejor. El maestresala de la fiesta dijo: "Tú has reservado el buen vino hasta ahora" (Juan 2:10). Y la vida que Jesús nos da encierra una calidad que es completamente diferente. Por supuesto, esto no se manifiesta en lo externo, en lo superficial, en la señal de Lázaro, pero no requiere mucha imaginación. Si Lázaro hubiese sido el hermano amado de ustedes y lo hubieran perdido en la muerte, y por tanto tiempo, al punto de que no hubiese esperanza alguna (en ese país, una persona de cuatro días de haber muerto era una cosa muy absoluta, al punto de que le dijeron: "Señor, hiede ya, porque es de cuatro días"), y entonces él hubiese sido levantado de los muertos y devuelto a ustedes, ¿no lo encontrarían algo mejor tenerlo en la resurrección de lo que lo tenían antes? Recuerden a María Magdalena. Ella perdió a su Maestro, y luego en el jardín lo encontró de nuevo. Cuando Jesús le dijo: “María”, ella se volvió y le dijo: "Rabboni”, «mi gran Maestro». Ella solía llamarle "Rabí", es decir, sólo “Maestro”, pero ahora le dijo: "Rabboni”, y trató de tomarlo por los pies. Como si tratara de decirle: “Yo te perdí una vez, pero nunca voy a perderte otra vez. Tú eres más querido para mí hoy que nunca antes". Y yo creo que esa es la situación que se encontraba en Betania. Hubo una nueva calidad en la resurrección, un tipo totalmente diferente de vida, más preciosa que nunca. Así que la resurrección de Lázaro encierra la señal número uno, las bodas de Caná.
Y, entonces, esta séptima señal se ocupó de este asunto del hijo del noble que fue curado. Hemos señalado que en esta señal todos los tiempos y todas las distancias fueron removidos por la palabra de Jesús. Todos los kilómetros y todas las horas fueron simplemente desestimados en un instante del tiempo. Ahora miren la historia de Lázaro. ¡Oh!, qué momento importante fue para esta gente.
¿Por qué Jesús no se apresuraba a venir? ¿Por qué Él se mantuvo alejado por tanto tiempo? Y ahora el hermano ha muerto hace cuatro días. ¡Cuán importante era el factor tiempo! ¡Y cuán importante era el factor distancia! Y lo mejor que una hermana de Lázaro pudo decir es: "Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero"; y sólo el Señor sabe cuándo será eso. Jesús entró en escena, y con una palabra todo el tiempo y todas las distancias fueron removidos. La vida que está en Cristo destruye el tiempo; es la vida eterna. Así que Lázaro muestra la segunda señal.
Y entonces, ¿qué pasa con el pobre hombre en el estanque de Betesda? Él estuvo atado a la tierra junto a su cama y su enfermedad durante treinta y ocho años. Esa era una muerte en vida; estaba esclavizado por la ley. Y Jesús, por la vida, libertó a este hombre. Lázaro revela todo esto: "¡Lázaro, ven fuera!"; y la tumba no tuvo poder alguno para sostenerlo. “Desatadle, y dejadle ir". Aquí está el poder liberador de la vida que Jesús nos da. De modo que el hombre en el estanque de Bethesda está incluido en esta señal de Lázaro.
¿Es necesario continuar con el resto de las señales? ¿Será que es necesario que prosigamos con todo esto? Vimos en la alimentación de los cinco mil la manera ilimitada que es la vida que Jesús nos da. Ella simplemente puede continuar, y continuar y continuar. ¿Y por cuánto tiempo va a seguir? Mientras exista la vida de Jesús. Esta es justamente su duración; pero ¿qué cree usted acerca de eso? "(Él) viviendo siempre" (Hebreos 7:25). "Yo soy... el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 1:17,18). Y la vida que Jesús da seguirá existiendo el mismo tiempo que Jesús. "Yo soy la resurrección y la vida". Y eso se ha registrado en esta señal de Lázaro.
En cuanto al caminar sobre el mar, vimos en Él el poder que trasciende todas las fuerzas naturales. Bueno, eso es muy evidente en Lázaro. ¿Cuáles eran las leyes naturales, en su caso? Pues bien, la muerte, la corrupción y todo lo que eso significa. Esa es la ley natural, y Jesús puso sus pies sobre todo eso. Él caminó sobre las aguas; Él tenía todo sobre Sus pies, y Él resucitó a Lázaro, a pesar de todas las leyes naturales.
Y en cuanto al hombre que era ciego de nacimiento, vimos que era un hombre que nació con una gran deficiencia, y Jesús se apoderó de esta gran desventaja y la convirtió en un instrumento de Su gloria. Aquí Lázaro tiene una deficiencia. Usted puede tener la certeza de que las hermanas de Lázaro hicieron todo lo posible para librarlo de la muerte. Evidentemente eran personas que tenían dinero, y podemos estar bastante seguros de que ellas tenían el mejor consejo médico. Hicieron todo para que Lázaro recuperase su salud, pero este hombre nació con la desventaja que tendría que morir un día u otro, y ahora su desventaja fue puesta en acción. Y, como el hombre que nació sin vista, Lázaro se vio en una situación sin esperanza, en lo natural. ¿Qué dijo Jesús al respecto? "Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella". Aunque la muerte puede venir, no tiene la última palabra. La última palabra está con Jesús, y así Él transformó aquella deficiencia en Su propia gloria.
Tenemos que señalar, para terminar, que todo esto se hizo real en la experiencia de los discípulos. Tienes que regresar a las siete señales de nuevo y ver de una manera espiritual en la vida posterior de los discípulos. Esto es lo que Jesús vino a traer en Su propia Persona, porque Él dijo: "Yo soy la resurrección y la vida".
Ahora, queridos amigos, si somos discípulos, y cada cristiano debe serlo, estas son las cosas que debemos aprender en nuestra propia experiencia espiritual. Ustedes pueden meditar tranquilamente sobre estas siete cosas, y podrán ver cada una de ellas en las epístolas del Nuevo Testamento que fueron escritas después de que Jesús había ascendido al cielo. El Nuevo Testamento está lleno de estas cosas. Se nos dice que debemos tener los ojos de nuestros corazones iluminados, «a fin de conocerle, y el poder de su resurrección”, y que podamos ser liberados de la esclavitud de la ley.
Todas estas cosas son las que conforman la vida cristiana auténtica. Todo lo que tenemos que preguntarnos es: "¿Estoy aprendiendo esto en la Escuela de Cristo? ¿Qué debo saber acerca de esto en mi experiencia espiritual? Estoy feliz al pensar que muchos de ustedes saben mucho sobre esto. No sólo estamos haciendo Estudio Bíblico o dando directrices sobre temas de la Biblia. Estamos hablando de la experiencia espiritual. Podemos decir con Juan: "Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida" (1 Juan 1:1).
Ahora bien, esto es lo que todos tienen que saber, ya que es la esencia misma de la vida en Cristo.
Tenemos que dejarlo ahí, pero debemos, cada uno de nosotros, pedir al Señor que nos enseñe lo que esto significa, y que nos lleve a la realidad de esta gran vida.
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